La compañía británica ARM Holdings plc, especializada en chips bajo microarquitectura RISC, ha anunciado espectaculares ventas de 1.900 millones de chips bajo sus diseños, en el último trimestre.
¿Puede amenazar a un gigante como Intel una compañía con menos de cien millones de dólares de beneficio trimestral y que ni vende, ni distribuye, ni fabrica producto alguno en el sector de semiconductores? Pues, sí.
Lo que comenzó en 1990 como una empresa conjunta de Acorn, Apple y VLSI, se ha convertido en un referente en el sector tecnológico al licenciar sus diseños de microprocesadores a varias decenas de fabricantes, entre los que se encuentran algunos de los mayores productores mundiales como Samsung y Apple.
Los diseños de ARM arrasan literalmente en el mercado de embebidos, y también en el de smartphones y tablets, los sectores con más crecimiento en la comunicación/computación mundial.
Quizá confiado en su extenso dominio en ordenadores personales y servidores, Intel ha prestado poca atención al mercado de la movilidad y cuando ha querido actuar, los diseños ARM ya se extendían por millones y creciendo a un gran ritmo, como en tablets, canibalizando a su vez segmentos que Intel domina.
A pesar de su potencial, Intel ha sido incapaz de dar respuesta en la última década a ARM principalmente por el bajo consumo de sus chips. Terminales con Medfield, los primeros x86 con sistema operativo Android, los tablets Atom con este sistema, y dentro de unos meses las tabletas x86 con Windows 8, deberían permitir a Intel recuperar mercado.
El problema para Intel es que ARM no se conforma con móviles y tablets, y ya se esbozan los primeros portátiles RISC para dar el salto al PC y sobre todo su llegada a servidores de la mano de uno de los grandes como HP. Mención aparte merece el salto a superordenadores como el español Mont Blanc, el primer sistema ARM que entrará en el top-500 de supercomputadores.