Estaba cantado. Las cifras de venta de consolas han obligado a Microsoft a rebajar el precio de Xbox One a 399 euros en todos los mercados donde se comercializa y a partir del 6 de junio.
La fórmula elegida es la más lógica y era la que pensaban los analistas: Retirar el periférico Kinect del kit Xbox One que actualmente se vende por 499 euros y ofrecer la consola al mismo precio que la PS4 de Sony, 399 euros.
Todos los informes estiman que la PS4 con 7 millones de unidades está distanciando a la consola de Microsoft en ventas, mientras que la Wii U de Nintendo no remonta y está provocando fuertes pérdidas en la compañía japonesa.
Como hemos explicado desde el lanzamiento de PS4 y Xbox One, los 100 dólares/euros de diferencia de precio están siendo determinantes para la diferencia de ventas, ante la igualdad de hardware y el buen catálogo de videojuegos que están completando ambas.
Aunque el gigante de Redmond había asegurado que jamás veríamos Kinect separada de su consola ya que lo consideraban un accesorio imprescindible para logar la experiencia, la realidad es tozuda y ha obligado a cambiar la estrategia de la compañía para buscar la paridad en ventas con Sony.
La medida debe aumentar ventas de Xbox One pero puede dejar herido de muerte el desarrollo de juegos para el sensor Kinect, el gran diferenciador entre ambas plataformas.
