El fenómenos Silicon Valley se ha expandido en todo el mundo. Ya no hace falta un garaje para crear un HP o YouTube pero la filosofía de que se puede crear una empresa a partir de una idea es cada día más popular en tecnología. Un hecho que ha propiciado un mercado lleno de start-ups.
Si ya de por si España es un país de pymes, la proliferación de iniciativas que propician el emprendimiento tecnológico ha impulsado esta tendencia. Aunque no llegamos al nivel de Estados Unidos, la multiplicación de pequeñas empresas con base tecnológica es una realidad palpable.
Estas start-ups se pueden ver de dos formas: como una amenaza a un negocio tradicional o como una oportunidad de apertura. La segunda opción será la que nos ayude a encontrar nuevas salidas comerciales. Quizás tenemos mucho más que aprender de estos pequeños nichos de lo que pensamos.
Gartner cifra, por ejemplo, en 78,3 millones de dólares el gasto que realizaron el pasado pasado estos pequeños negocios en semiconductores. Un 23% de todo el mercado que bien podría seguir creciendo con el auge de tendencias como Internet de las cosas o la analítica.
Pero la oportunidad está en muchos otros ámbitos. Las start-ups tecnológicas necesitan no solo semiconductores para sus dispositivos sino también herramientas de gestión, analítica, inteligencia de negocio y un sinfín de soluciones que un partner tecnológico puede ofrecer.
Es cierto que muchas nuevas empresas se centrarán en una de estas áreas en plena expansión para hacer su propio negocio. Sin embargo, es imposible que tengan cubiertos todos los frentes. De ahí que el aliado tecnológico sea clave para su desarrollo.
