Microsoft ha anunciado su unión a la Fundación Linux. Una noticia de alcance para el sector tecnológico, que también puede tener implicaciones en un futuro para el canal.
Largo tiempo ha pasado desde que una parte del ejecutivo de Microsoft calificara a Linux y en general al Open Source como un cáncer. La llegada de Satya Nadella ha cambiado enfoque y estrategia frente a sistemas operativos y plataformas rivales, anunciando una “nueva era de productividad”, con traslado de la suite Office y las aplicaciones principales de Microsoft a todo tipo de dispositivos móviles sea iOS o Android.
También ha habido cambios importantes respecto a Linux, el mayor proyecto de desarrollo de software del planeta. En poco tiempo Microsoft recomendó Ubuntu como el mejor Linux para la nube, poco después anunció el soporte preferente en Azure de Red Hat Enteprise Linux y al tiempo se conoció que Microsoft estaba a la cabeza en contribuciones Open Source en GitHub.
También anunció la llegada del gestor de bases de datos relacionales SQL Server a Linux que se concretó ayer mismo con una versión preliminar y la implementación de Bash (el intérprete de comandos que se instala por defecto en la mayoría de las distribuciones GNU/Linux) en Windows 10.
La unión de Microsoft a la Linux Foundation, el consorcio tecnológico sin animo de lucro establecido para adoptar el crecimiento de Linux, es el último acercamiento. Y lo hace como miembro platino, compartiendo un lugar de privilegio junto a compañías de la talla de Cisco, Fujitsu, HPE, Huawei, IBM, Intel o Samsung.
Linux hoy, a pesar de su poca presencia en escritorios informáticos de consumo, arrasa en supercomputación y en movilidad, tiene una presencia muy importante en servidores y embebidos, y va a ser clave en wearables, automoción o la Internet de las Cosas. Es lógico que el gigante del software mundial se haya acercado a este fenómeno.
