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Acelerando la economía verde en el Mediterráneo

Otra de las consecuencias de esta pandemia del COVID-19 en el mundo son los cielos azules, los árboles verdes y las noches estrelladas. La reducción de la circulación de vehículos y de las actividades industriales ha despejado el aire en ciudades habitualmente contaminadas, dejando a sus residentes asombrados. Esto no significa necesariamente que estemos progresando para mitigar el cambio climático, pero sí demuestra hasta qué punto nuestras acciones afectan a la naturaleza.

El COVID-19 ha interrumpido cadenas de suministro y financiación, y también afectará a los nuevos proyectos de energía solar y eólica. Sin embargo, las energías renovables serán el único sector energético que presenten crecimiento de su demanda este año. De hecho, el carbón verá su mayor disminución de demanda desde la II Guerra Mundial.

Nos encontramos en un contexto particular y complejo, marcado por crecientes incertidumbres económicas, políticas, de seguridad y geoestratégicas. Por ello es imperativo formular respuestas urgentes y soluciones efectivas para afrontar juntos los grandes desafíos comunes. Es el momento de repensar el Mediterráneo para que sea un actor positivo y reactivo en la escena internacional. Hay que establecer una reflexión mediterránea adecuada para la región en su conjunto porque no se trata solo de energía limpia, sino de una forma diferente de operar, una normalidad diferente.

La región vive inmersa en múltiples desafíos: la pandemia, el desarrollo económico, el cambio climático, la demografía, los jóvenes, la inclusión de la mujer, el paro, la urbanización, la educación, la democracia… Y a pesar de todo, estamos condenados a tener éxito. La región Mediterránea cuenta con una de las poblaciones más jóvenes del mundo. Casi el 50% tiene menos de 30 años. Es increíblemente emocionante y nos obliga a mirar hacia el futuro. Necesitamos nuevas ideas que satisfagan las necesidades de esa población tan joven.

Hay muchos desafíos en juego, en particular en la gestión del turismo y la lucha contra la contaminación. El cambio climático es una seria amenaza para el desarrollo y la sostenibilidad. Es preciso gestionar los recursos, impulsar las políticas energéticas, y conservar nuestro gran patrimonio histórico común.

La hoja de ruta a seguir se puede basar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. El alcance es ambicioso: poner fin a la pobreza, lograr una educación inclusiva, ciudades sostenibles, el acceso a agua potable, la igualdad entre géneros, el acceso a energías limpias… El problema es que muchos gobiernos ya han incumplido todos los compromisos anteriores y, sin la participación empresarial, estos objetivos seguirán siendo inalcanzables. Es preciso involucrar al sector privado, que no olvidemos que aporta el 60% del PIB mundial y el 90% de los puestos de trabajo.

El cambio climático y la escasez de agua en el Mediterráneo acrecentarán el impacto de los diferentes conflictos y retos. La mayoría de países han empezado a sufrir las consecuencias de la contaminación y sus efectos sobre la población y los demás aspectos de la vida. Hay una creciente conciencia de que la situación afecta a todo el mundo: no entiende de nacionalidad, religión, ni ideas políticas. Por tanto, la situación nos exige movilizarnos y construir juntos un medio ambiente sostenible.

En el Mediterráneo es urgente impulsar la creación de economías eficientes en recursos y resistentes al clima. Es el primer paso hacia un futuro que debe incrementar la cooperación entre sus dos riberas y para ello se requieren medidas para ordenar los usos, así como para proteger un ecosistema.

La economía verde proporciona una gran oportunidad para fomentar un desarrollo global con crecimiento sostenible y en línea con la Agenda 2030. Está presente en las tecnologías limpias, las energías renovables, los servicios de agua, el transporte verde, la economía circular, la edificación verde, la agricultura sostenible y la conservación ambiental, entre otros. Los empleos verdes ya no son un espejismo sino una realidad cuyo tiempo parece que ha llegado. Todo ello no ofrecerá sino oportunidades de negocios y empleo.

El potencial de la región es considerable. Las energías renovables pueden ser el catalizador para estimular este crecimiento sostenible en el Mediterráneo. Además de energía hidroeléctrica y recursos eólicos, cuenta con la radiación solar más alta del mundo y con grandes extensiones de desierto. Técnicamente, la región podría cubrir sus propias necesidades y las del resto del mundo solamente con energía solar. La inversión total prevista en el sector de energías renovables hasta 2030 será de 250.000 millones de euros. Riqueza que debe estar al servicio del Mediterráneo, de sus economías y sus pueblos.

La industria puede despegar de una recesión masiva, aunque todavía no hayan comenzado los esfuerzos para ello. Es imprescindible tener ambición y formular una nueva visión global mediterránea para que la región se convierta en líder en economía verde. Los parques solares a gran escala y los parques eólicos en tierra ofrecen la fuente de electricidad más barata para aproximadamente dos tercios de la población mundial. El futuro es optimista.

El impacto del COVID-19 debe acelerar una transición global al 100% de energía renovable con una estrategia regional para alcanzar este rumbo. Debemos crear sistemas de energía sostenibles y abordar las emisiones de CO2.

Saldremos de esta pandemia más fuertes y debemos aprovecharla también para ser más inteligentes. La sostenibilidad tiene que ser una parte importante de la era post COVID-19 en la agenda global. Desde las decisiones individuales hasta las acciones corporativas y gubernamentales, debemos adoptar una economía verde, renovable y circular.

Para garantizar el desarrollo sostenible, los países mediterráneos deben invertir en recursos humanos proporcionando financiación para su desarrollo. El cambio climático afecta todos los aspectos de nuestras vidas: nuestro medio ambiente, nuestra economía y nuestra salud. El tiempo de hablar ha terminado. Es el momento de tomar medidas.

Una nueva era amanece para este sector, situando a esta región en el corazón de la industria global. Una planificación a largo plazo y una visión compartida son esenciales para movilizar los recursos necesarios que desarrollen la cooperación energética entre las dos orillas del Mediterráneo. Todos somos conscientes de la dependencia mutua en materia de energía entre Europa y el Mediterráneo. Hay opciones.

 

Firmado: Anwar Zibaoui, Coordinador General en ASCAME