Las redes sociales están en la vida de la mayoría de consumidores. De una forma u otra, ya es más que común en mucho ámbitos hablar de Facebook o Twitter como una herramienta más de marketing. Pero no sólo eso, sino también como arma para vender.
El comercio social o social ecommerce poco a poco va siendo una realidad. Aunque algunos todavía dudan de su eficacia, lo cierto es que los consumidores van mostrando su preferencias y gustos a través de las redes sociales. De ahí que pueda ser un canal más de venta o de marketing.
Antes de ver algunos consejos para implementar dentro de una estrategia de comercio social, veamos qué es realmente este término del que tanto se habla pero poco se sabe, al menos, en España donde pocas tiendas han entrado en este mundo y otras han fracasado.
Para definir este tipo de comercio, quizás lo más sencillo es ver las diferencia que presenta frente al comercio electrónico ya que, finalmente, es una evolución de esta modalidad que ya utiliza un 27% de los españoles internautas.
Lo primero que tenemos que ver es el entorno; mientras el comercio electrónico se desarrolla en una tienda on-line (generalmente una web en su versión escritorio o móvil), en este caso la venta se realiza dentro de una red social sea cual sea su índole.
A diferencia del ecommerce donde se ofrece un escaparate estático, el comercio social ofrece la posibilidad de adaptarse al consumidor plenamente. De esta forma, se pone al consumidor en el epicentro de la compra y todo gira alrededor de sus elecciones.
Pero quizás la característica más relevante en el social shopping sea el componente social que aporta. Los usuarios están totalmente interrelacionados dentro de las redes sociales, interactúan con sus amigos, buscan ofertas, promociones e incluso comentan las compras realizas. Esta opción aporta una viralidad que pocas campañas de marketing puede ofrecer.
Aunque el comercio electrónico cada vez tiene más herramientas para conseguir información sobre el consumidor, esta nueva modalidad ofrece muchos más datos sobre la persona que está realizando una compra. Lugar de residencia, de procedencia, aficiones, gustos… son solo algunos de los datos que podemos extraer de esta experiencia. Por consiguiente, a mayor conocimiento, mayor adecuación de la oferta.
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Si después de ver lo que nos puede aportar el comercio social estamos dispuestos a probarlo, os damos algunos consejos que nos llegan de la mano de Reevoo.
Pero como todo en el marketing, el comercio social también tiene sus detractores. Ya sea porque las empresas todavía no han terminado de confiar en este canal de venta o porque los usuarios no lo ven como un canal suficientemente seguro, el comercio social todavía no ha explotado.
A este respecto, Nacho Somalo, presidente de Alice.com en Europa considera que «la compra de productos debe ser una consecuencia de la actividad del internauta en la red social». Pero quizás los consumidores todavía no lo ven así.
Algunas de las desventajas que se le achacan al comercio social tienen mucho que ver con el comercio electrónico en general; falta de cercanía entre vendedor y comprador, desconfianza en el pago, falta de contacto con el producto. Además, esta fórmula cuenta con el añadido de que los usuarios ven las redes sociales como un lugar para entretenerse, no para comprar.
No obstante, las redes sociales están ahí para quedarse y al igual que las empresas van entrando con estrategias sociales, el siguiente paso es la tienda social. ¿Llegará a cuajar? El tiempo nos lo dirá pero por lo pronto es algo a tener en cuenta tanto para probar como para descartarlo.