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Los altos costes frenan el reconocimiento facial 3D en Android

El reconocimiento facial 3D se ha convertido en uno de los grandes objetivos de muchos fabricantes de terminales Android. Su debut en el iPhone X marcó un importante punto de inflexión y ya sabemos que los de Cupertino siempre acaban creando tendencia.

Sin embargo en este caso no es sólo una cuestión de «seguir los pasos de Apple», también hay importantes implicaciones prácticas. Con el auge del formato de pantalla 18:9 y sus variantes superiores (19:9 por ejemplo) el espacio en el frontal se ha reducido considerablemente, lo que ha obligado a optar por diseños que incorporan el lector de huellas dactilares en la parte trasera del dispositivo.

Con el reconocimiento facial 3D es posible disponer de un sistema de autenticación biométrica mucho más seguro que el sistema estándar en 2D, ya que no puede ser engañado con una simple foto y permite eliminar el lector de huellas dactilares.

Esto facilita la creación de smartphones con diseños más limpios y atractivos pero presenta dos problemas importantes; el precio y el bajo nivel de suministro. Actualmente el coste de los sensores necesarios para dar forma a un sistema de reconocimiento facial 3D tienen un precio medio de 30 a 50 dólares y además tienen una disponibilidad muy baja.

Con esos datos podemos entender por qué la mayoría de fabricantes de dispositivos Android son reacios a utilizar un sistema de reconocimiento facial 3D en sus terminales, sobre todo en modelos de gama media, un sector en el que el precio juega un papel tan importante que puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Apple volverá a apostar por el reconocimiento facial 3D en sus próximos iPhone (septiembre de 2018), pero todo apunta a que no veremos terminales Android con dicha tecnología en el canal a corto plazo.