Google Glass: cuando ser el primero no importa

El pasado 19 de enero se dejaron de comercializar las Google Glass. Así cerraba Google un ciclo con aquel primer wearable que abrió la era wearable pero no ha conseguido el éxito esperado. Estas gafas inteligentes son la prueba de que no siempre ser el primero es lo que más importante para triunfar.

Aunque puede que Google lo vuelva a intentar con nuevos prototipos asociado con Intel, lo cierto es que el primer wearable no ha funcionado. Un fracaso que se puede convertir en acierto si en los próximos modelos se ajusta más a las necesidades de los usuarios.

Los fabricantes tecnológicos continuamente intentan innovar para dar una vuelta más a sus productos. Innovar para conseguir abrir nuevas necesidades y por tanto, categorías es una máxima, sobre todo, entre los líderes de este mercado tan competitivo.

Sin embargo, conseguir patentar un nueva idea o dar alas a nuevos nichos de mercado no está relacionado con el éxito final. Pero si con el inicio de nuevas eras tecnológicas. Las Google Glass así lo han demostrado pero hay muchos más ejemplos.

La historia interminable

La evolución tecnológica ha traído consigo muchos primeros prototipos fracasados. Productos que abrían un segmento de explotación comercial pero que en pocos casos fueron realmente el modelo más popular de la línea que inauguraban.

Los reproductores MP3 son un ejemplo. La compañía coreana SaeHan Information Systems lanzó el MPMan F10 en 1997. Un modelo con el que se abrió la era de la música portátil en formato digital.

Fuente | Wikipedia

Este reproductor MP3 pasará a los anales de la historia siendo el primero pero no el más conocido y éxito. Ese lugar se lo quedó el iPod que apareció en 2001 de la mano de Steve Jobs y Apple. Un dispositivo que en siete año vendió 150 millones de unidades en sus diferentes versiones. A día de hoy, sigue siendo el líder de una categoría a la baja.

Encontramos otros ejemplos en las PDAs. Aquellos asistentes personales que aparecieron casi en la década de los 90 marcaron el inicio de una nueva era. Modelos como Sharp Wizard o la Amstrad Penpad asentaron las bases para que finalmente fueran los smartphones los grandes triunfadores.

Las excepciones

Pero no todo van a ser fracasos en la historia tecnológica. Por supuesto, hay excepciones que confirman la regla y muestran como también hay primeros que han triunfado. Los ejemplos son claros y de la misma empresa: Apple.

Por un lado, el iPhone. Es cierto que no fue el primer teléfono pero si abrió en 2007 la categoría de móvil inteligente que valía para algo más que llamar. Y la apertura no ha hecho más que cosechar éxito que siguen hasta la fecha con las evoluciones del propio dispositivo.

Tampoco nos podemos olvidar del iPad. El modelo que supuso una revolución no solo como nueva línea sino también en el plano PC donde los fabricantes tuvieron que hacer frente a un categoría competidora muy fuerte.

¿Y qué importa?

Está claro que alguien tiene que ser el primero. Sin valientes como SaeHan en los reproductores MP3 o Sharp en las PDA quizás no habríamos llegado a otros grandes éxitos que dieron en la clave con la ayuda de los fallos de los primeros exploradores.

Pero ¿Dónde está el verdadero valor de estos productos? Para responder a esta pregunta seguramente nos tenemos que remitir a la mentalidad anglosajona donde los fracasos se consideran una parte fundamental del camino hacia el éxito. De hecho, sirven para mejorar y ajustar errores que de otra manera no se hubieran encontrado.

Y precisamente es el valor de estos primeros productos; el constatar que son una nueva categoría tecnológica y pese a que no están totalmente preparados en la mayoría de los casos, son la antesala de una oportunidad de negocio.

Compartir