Como decía el dicho «nadie da duros a cuatro pesetas» y la tecnología no iba a ser una excepción. En plena era de los servicios, cada vez más empresas se suman a ofrecer servicios tecnológicas más amoldados al negocio del cliente final. Pero ¿esto significa más económicas? ¿Se debe vender a cualquier precio?
Los conceptos baratos o caros dependen de muchas variables. Lo que para una pyme puede ser inasumible, para una gran corporación puede ser una mínima inversión. Además, dependiendo de la actividad corporativa hay ciertos gastos que son obligatorios o prescindibles.
En cualquier caso, establecer el precio de nuestros servicios tecnológicos comienza por valorar los recursos empleados de todo tipo: humanos, técnicos, tiempo… Entonces nos daremos cuenta de que lo económico no siempre es la opción más rentable.
La competencia ha ido creciendo a la vez que lo ha hecho la demanda de servicios tecnológicos por parte de las empresas. Muchas grandes han rebajado sus precios para rivalizar en un mercado en el que querían entrar con fuerza. No hay más que ver la batalla cloud con precios de saldo para darnos cuenta de esta cruenta guerra.
En líneas generales, cuando estamos enfrente de un cliente debemos autovalorarnos. Dejar para los gigantes la batalla de precios debe y centrarnos en lo que ganamos y, sobre todo, perdemos ofreciendo un servicios tecnológico de saldo, nos hará tener una visión diferente.
Para conseguir tener unos servicios tecnológicos competitivos y a la vez rentables, podemos seguir algunas de estas pautas:
En conclusión, como pequeño o mediano integrador o proveedor de servicios enfocarnos en los servicios tecnológicos. Dar calidad y profesionalidad hablará mejor de nosotros que una reputación basada en buenos precios que a la larga pueden ser un problema.
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