Las empresas están cada día más atraídas por los modelos de suscripción para sus inversiones tecnológicas. Un formato comercial, plenamente instaurado en el consumo, que el 78% de las empresas busca para su negocio. Pero ¿qué les aporta? ¿dónde está la clave de estas soluciones y cómo podemos ofrecerlo sin minar nuestro propio negocio?
En la era de los modelos de suscripción es una realidad desde hace mucho tiempo. Amazon, Netflix o Spotify han estandarizado este formato de venta consiguiendo aglutinar a millones de consumidores en torno a sus productos. Unas propuestas que debemos amoldar al terreno de los dispositivos, el software o la infraestructura, entre otros. Y es que llevar estas ideas al plano profesional es ya una necesidad para las empresas que ven los siguientes beneficios:
Las ventajas para los clientes parecen evidentes. No son los únicos favorables a estos modelos de suscripción. Tanto la parte alta (creadores de tecnología) como la baja (clientes finales) de la pirámide comercial están poniendo esta tendencia en un lugar privilegiado porque son conscientes del negocio que puede generar. Pero ¿qué pasa con los partners?
El canal de distribución más tradicional no se distingue por acoger los cambios tecnológicos con gran agilidad. Ya sea por una cuestión cultural, por cautela o simplemente, por falta de financiación o conocimiento, a los partners les cuesta adoptar nuevos formatos de venta. Justo lo que pasa con los modelos de suscripción.
Sin embargo, a las ventajas propuestas para los clientes finales se le suman otras de cara al negocio de los partners que no son nada desdeñables para entender que esta vía comercial es una opción de presente, no de futuro:
Todos estos argumentos nos llevan a ver este tipo de venta con otros ojos. Sin embargo, en la cabeza de muchos se escuchará que «no todo es tan bonito como se pinta» y cierto es. Los modelos de suscripción también tienen sus desventajas, siendo la principal, la financiera. Los partners requieren de un músculo financiero importante, ya sea propio o ajeno, que permita soportar el pago en pequeñas mensualidades. Un obstáculo que lleva a muchos a no plantearse esta opción.
No obstante, la oportunidad de vender más arriesgando, quizás un poco al inicio, está ahí. También los recursos cada vez más sonados que aportan mayoristas y fabricantes para incentivar estos modelos. Entonces ¿por qué no probar?
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