Samsung atravesó una etapa bastante complicada el año pasado por el problema que afectaba a las baterías del Galaxy Note 7. Dicho terminal presentaba un grave riesgo de explosión y obligó a la compañía surcoreana a llevar a cabo una retirada total del mismo.
La retirada del Galaxy Note 7 supuso una pérdida importante de ingresos que afectó a la compañía desde varios frentes, pero al mismo tiempo también produjo un daño importante a la imagen de la marca, tanto que muchos expertos llegaron a considerar la posibilidad de que la firma acabase suprimiendo totalmente el nombre «Galaxy Note».
Esos expertos se equivocaron de plano, y también erraron el tiro aquellos que auguraban malos resultados para la compañía en 2017. Samsung está más fuente que nunca, los Galaxy S8 y Galaxy Note 8 han tenido una excelente acogida y no se han identificado problemas con las baterías.
Esto ha permitido a Samsung recuperarse del desastre vivido en 2016, pero debemos tener muy en cuenta que no basta con lanzar un buen producto para superar un grave fracaso.
La recuperación de la firma surcoreana ha sido posible gracias a una actuación que ha tocado tres grandes frentes:
Los esfuerzos han valido la pena y convierten a Samsung en todo un ejemplo, ya que la compañía surcoreana ha logrado incrementar su valor como marca en un 9% tras el fiasco del Galaxy Note 7.