Conectar un frigorífico a Internet, programar una lavadora para que se ponga en marcha a distancia o navegar por Internet desde el televisor ya es posible. Sin embargo, pocos son los consumidores finales que conocen las posibilidades de un hogar conectado.
En un momento en el que la tecnología está preparada y los dispositivos son una realidad incipiente con cada vez más opciones, llevar a los clientes hacia el Internet of Things y educarles en un hogar conectado es la tarea a bordar por los distribuidores y partners.
Educar es el primer paso para conseguir que los clientes quieran un hogar conectado. Si un consumidor de a pie no sabe que puede gestionar su termostato desde su smartphone y mucho menos cómo hacerlo, no lo utilizará. El conocimiento y la formación es el primer paso para vender.
Lo fundamental de esta educación, lo comentaba Joey Tang, director de negocio de la cadena de tiendas de electrodomésticos Euronics durante un evento:
«El 72% de los consumidores no sabe qué es un hogar conectado. Después de explicárselo y contarle lo que se puede hacer, tres de cada cuatro cliente están interesados y tienen intención de comprar».
Y es que todavía el conocimiento de los consumidores es tan bajo que es difícil que el mercado siga creciendo sin la colaboración del canal de distribución. Una parte fundamental en la venta que ayuda a impulsar marcas, productos o servicios tecnológicos.
El reto que se plantea es necesario para conseguir elevar el negocio a los 71.000 millones de dólares en poco más de 3 años. En 2022 el hogar conectado traerá consigo unos 500 dispositivos inteligentes conectados cada casa.
