La multimillonaria condena judicial a Samsung por plagio de diseño y violación de patentes de Apple está siendo sin duda la noticia de alcance a nivel mundial.
Más allá del pago de indemizaciones por valor de 1.050 millones de dólares que supondrá reducir en un 4 por ciento los beneficios de Samsung este año y al posible bloqueo de ventas en Estados Unidos de una decena de terminales móviles de su exitosa serie Galaxy, la batalla judicial (aún pendiente en fase de apelación) podría tener otra consecuencia aún más relevante, la finalización de la relación comercial entre Apple y Samsung.
Samsung es uno de los principales productores mundiales de pantallas de visualización, chips ARM y memorias, componentes esenciales para la fabricación de dispositivos móviles.
Por su parte, Apple, es el mayor comprador mundial de semiconductores con un gasto estimado de 17.200 millones de dólares en 2011.
Y una buena parte de esa compra es de componentes Samsung, mediante un acuerdo comercial que se extienda a unos años atrás y que proporciona a Apple, componentes esenciales como el motor SoC y las memorias DRAM y NAND de los superventas iPhone, iPad e iPod Touch.
«Apple necesita que Samsung haga el iPhone y el iPad. Eso es todo. Samsung es el único proveedor de los microprocesadores de Apple y sin Samsung, ellos no pueden hacer esos productos», explican analistas coreanos.
«Samsung podría estar considerando muchas opciones para apalancar la importancia de su negocio de componentes y presionar a Apple, y Apple también podría ser muy consciente de esto», agregan.
Un aspecto no menor más allá de la gran batalla de las dos compañías en juzgados de medio mundo y que seguramente obligará a reflexionar a ambas hacia donde lleva esta guerra de patentes. Por un lado Samsung podría perder cerca de 8.000 millones de dólares de Apple y por otro, si Samsung corta el grifo, Apple tendría enormes dificultades a menos a corto plazo para satisfacer la demanda de sus productos.
