Como si fuera un mensaje del famoso dibujo animado Inspector Gadget o un episodio de Misión Imposible, los drones que plantea la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos (DARPA) pretenden autodestruirse después de entregar los pedidos.
Proyectados para zonas de difícil acceso o simplemente para agilizar la entrega de medicamentos o alimentos, los drones que se están desarrollando dentro del programa ICARUS están pensados para que evaporen en el aire una vez concluido su labor: cargas que en las pruebas se han lanzado desde un vehículo volador mayor -otro dron más grande o un avión-.
Los drones estarían fabricados en materiales que permitan la autodestrucción sin causar daños de ningún tipo. En este sentido, Troy Olsson, director del proyecto comenta:
«Nuestros partners están creando una serie de materiales transitoriamente sólidos cuyas propiedades mecánica han superado nuestras expectativas. Entre estos están los pequeños paneles de polímero que pasan de sólido a gaseoso y tiras de vidrio que se pueden romper en ultrafinas partes».
El proyecto lleva en marcha 26 meses y ha tenido una inversión de 8.000 millones de dólares. Un presupuesto que necesitará otras aplicaciones para que sea rentable más allá de las tareas defensivas.
Por el momento, empresas como Otherlab también cuentan con proyectos propios en la misma línea. El prototipo, similar al planteado por la organización pública, es capaz de transportar cargas de un kilo. El dron está creado con materiales basados en champiñones y su objetivo crear drones de 2,4 metros capaces de llevar hasta 10 kilos.