Si hablamos de revolución en el sector de la realidad virtual tenemos que poner la mirada en Oculus VR, y con ello se hace imprescindible hablar de Palmer Luckey, el fundador de la compañía, una persona que ha pasado de estar casi en una nube a darse un buen batacazo.
Palmer Luckey puede decir con orgullo que logró fundar una empresa pionera en el mundo de la realidad virtual, un sector que como sabemos tiene un gran potencial y que acabará sumando un gran valor dentro de los próximos años.
Sin embargo no lo hizo solo, tuvo el apoyo de John Carmack, co-fundador de id Software y una de las figuras más importantes dentro del mundo de los videojuegos.
Todo fue un camino de rosas al principio. La expectación en torno al Oculus Rift, su primer kit de realidad virtual, fue cada vez mayor y el éxito definitivo le vino cuando Facebook compró su empresa por 2.400 millones de dólares.
Esa compra le dio una buena cantidad de dinero y además le permitió ocupar un puesto privilegiado cuando apenas superaba los 20 años.
Sin embargo esa burbuja en la que se encontraba se fue desinflando poco a poco. La demanda de ZeniMax en la que acusa a Oculus de utilizar indebidamente tecnología de la que es propietaria puso a la compañía contra las cuerdas y le costó una condena de 500 millones de dólares, pero la cosa todavía no está zanjada y podría llegar incluso a terminar en una prohibición de venta de los Oculus Rift en su estado y diseño actual.
Eso, unido a la campaña a favor de Donald Trump que Palmer Luckey financió en secreto hasta ser descubierto le costó más de un roce con Mark Zuckerberg.
El fichaje de Hugo Barra por Facebook y la desaparición del panorama público de Luckey nos hizo pensar en lo peor, y finalmente los malos augurios se han acabado cumpliendo.
Habrá que esperar a ver cómo evoluciona todo este asunto, pero desde luego la polémica está servida. Eso sí, al menos Palmer Luckey no se irá con las manos vacías, más bien todo lo contrario.