¿Son cada vez más caros los smartphones?

La evolución que han vivido los smartphones durante los últimos años ha sido bastante curiosa. Si nos dejamos llevar por las primeras impresiones podríamos pensar que han mantenido siempre una tendencia al alza que podría complicar la tarea del canal de distribución, pero estaríamos totalmente equivocados.

Durante los últimos cinco años los smartphones han experimentado movimientos importantes y realmente estuvieron marcados por una tendencia a la baja que duró desde 2013 hasta 2015. En 2016 se produjo un giro importante que arrancó una tendencia al alza que se mantiene hasta nuestros días.

Esto se ha dejado notar en el precio medio de los smartphones a nivel internacional, una realidad que podemos ver representada de forma clara en las gráficas que acompañamos (cortesía de Recode), pero debemos tener en cuenta que si nos limitamos a generalizar nos estaremos perdiendo matices importantes que nos impedirán ver las dos caras de la moneda.

Por ello en este artículo queremos hacer una valoración más amplia. En lugar de limitarnos a profundizar en el incremento del precio medio de los smartphones vamos a ver qué ha supuesto esto para el canal y los consumidores, analizaremos la respuesta que han dado ambos y valoraremos las principales razones que han motivado ese incremento de los precios de venta.

¿Mayor precio? Una mirada a fondo

Lo primero que debemos tener en cuenta es que los smartphones son cada vez más potentes y que utilizan componentes más complejos. También hay que considerar que hay una mayor competencia y que los proveedores de componentes básicos como pantallas IPS u OLED, memoria DRAM y memoria NAND Flash no están dando abasto para cubrir la gran demanda que vivimos actualmente.

La situación que tenemos hoy es una consecuencia directa del enorme desarrollo que ha vivido el sector y de la explosión que se ha producido de forma sostenida durante los últimos cuatro años, algo que vamos a entender con una simple comparativa.

En 2012 un smartphone tope de gama como el Galaxy SIII estaba hecho de plástico, tenía 1 GB de RAM, 16 GB de capacidad de almacenamiento y una pantalla SuperAMOLED de 4,8″ con resolución 720p. Su precio en España rondaba los 600 euros al momento de su lanzamiento y sí, son 600 euros de 2012, sin ajustar inflación.

En 2018 se anuncia el Galaxy S9, nuevo tope de gama de Samsung que está construido en aluminio y cristal; cuenta con 4 GB de RAM, 64 GB de capacidad de almacenamiento, ofrece una potencia mucho mayor, tiene una pantalla SuperAMOLED 18:9 tipo Edge de 5,8 pulgadas y resolución 1440p+. Su precio libre será de 849 euros.

La diferencia de precios es clara, pero la distancia que separa a ambos tanto en calidad de construcción como en especificaciones de hardware es enorme. Obviamente esas mejoras suponen un mayor coste para los fabricantes, y éste se acaba repercutiendo en el precio del producto final.

No hay duda de que el incremento de precio existe pero en parte está justificado; los smartphones han experimentado mejoras cualitativas y cuantitativas y eso obviamente hay que pagarlo. Al mismo tiempo los fabricantes están teniendo problemas de suministro de memoria RAM y NAND Flash, así que el coste de los componentes básicos es mayor y eso afecta al precio final.

Sin embargo es muy curioso ver que este aumento de precios ha sido más marcado en los modelos tope de gama y en los de gama alta. En el mercado de gama media y gama baja la situación ha estado mucho más tranquila. Tenemos claro que esto se ha debido a la mayor competencia y al empuje de los fabricantes chinos, que ofrecen smartphones con unas especificaciones muy buenas a precios muy competitivos.

El aumento de precio ha sido más marcado en los de gama alta

De nuevo un ejemplo para ver entender mejor esta situación; el Galaxy SIII Mini podría ser considerado como un smartphone de gama media terminado en plástico, ya que contaba con 1 GB de RAM y 8 GB de capacidad de almacenamiento, pero en su momento tenía un precio de 399 euros.

Pues bien, el Galaxy J7 de 2017 que podemos considerar como un gama media (cuenta con 3 GB de RAM y 16 GB de almacenamiento) tenía en su lanzamiento un precio aproximado de 340 euros, y eso que está terminado en metal.

Esto quiere decir, en resumen, que este nuevo gama media tiene un precio más bajo que otros de generaciones anteriores a pesar de esas mejoras cuantitativas y cualitativas.

La conclusión que debemos sacar de todo esto es simple; el encarecimiento se ha producido sobre todo en los modelos de gama alta y en los terminales estrella de los gigantes del sector. En los niveles inferiores la feroz competencia ha contribuido a mantener los precios en niveles mucho más razonables.

¿Qué ha supuesto esto para el canal y consumidor?

Para entender bien este tema debemos partir de una idea base muy importante, la desaparición casi total de las subvenciones por parte de las operadoras. Con la popularización de los smartphones era habitual que las operadoras «regalasen» un smartphone tope de gama a cambio de portabilidades con permanencias de dos años y tarifas muy caras.

Si el usuario aprovechaba la tarifa genial pero si no era casi como si estuviese pagando el smartphone a plazos. Un hecho que motivó que un repunte espectacular en la demanda dejando a un lado a los partners más pequeños.

Con el paso de los años esta realidad fue cambiando; las operadoras ya no regalan smartphones salvo en casos muy concretos (y siempre modelos muy económicos), de manera que el consumidor tiene que pagar el precio del terminal que quiere y la tarifa.

Este cambio ha ido acompañado de tarifas más asequibles e interesantes que al final logran equilibrar un poco la situación, y también de pequeñas subvenciones al hacer portabilidades que reducen ligeramente el precio de venta.

Sin embargo la clave ha estado en ofrecer al cliente la posibilidad de financiar su smartphone sin intereses. En efecto, esa ha sido la respuesta más importante que ha dado el canal para facilitar la transición y el encarecimiento de los precios, integrar un servicio de financiación del terminal que permite al cliente comprarlo en cómodas cuotas mensuales.

Este enfoque se mantiene a día de hoy aunque con un giro importante que han adoptado algunas empresas, y es que se han introducido pagos finales opcionales que permiten al consumidor elegir entre terminar de comprar el terminal y quedárselo o no pagarlo con la condición de devolver el smartphone.

Por su parte los consumidores lo tienen claro, los smartphones tope de gama de la generación anterior se han convertido en el producto más interesante para ellos, una realidad que tiene una explicación simple; su mejor relación precio-prestaciones.

Cuando llega una nueva generación la anterior baja considerablemente de precio pero sigue ofreciendo un rendimiento excelente, lo que hace que su relación valor por euro invertido sea muy superior a la del nuevo terminal. Esto se ha dejado notar en las ventas de muchos fabricantes, y ni siquiera Apple se ha librado de ello.

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