Las tarjetas gráficas GeForce de NVIDIA van dirigidas al mercado de consumo general, aunque gracias a la alta potencia que ofrecen los modelos superiores, como las GeForce GTX 1080 TI, son viables en determinados entornos profesionales.
Esta realidad ha llevado a algunos proveedores a facilitar tarjetas gráficas GeForce a sectores a los que realmente no van dirigidos, como el dedicado a servidores y a equipos y sistemas HPC (siglas de «High Performance Computer»).
Aunque es cierto que NVIDIA está obteniendo ingresos derivados de las ventas de esas soluciones gráficas y que ello debería ser beneficioso para la firma la realidad es muy distinta, ya que sus tarjetas gráficas Tesla y Quadro tienen precios muy superiores a las GeForce y por tanto están perdiendo ingresos con cada venta.
Una GeForce GTX 1080 puede costar aproximadamente unos 550 euros de media, mientras que su equivalente en solución gráfica profesional cuesta varios miles de euros. Con esto en mente podemos entender que NVIDIA haya decidido limitar a sus socios la distribución de tarjetas gráficas de consumo a sectores profesionales.
Esto significa que los socios de NVIDIA deben dejar de suministrar tarjetas gráficas GeForce a clientes profesionales y ofrecer en su lugar soluciones Quadro y Tesla, una exigencia que creemos que podría ayudar a mejorar la situación del mercado de consumo general.
¿Y cumplirán los socios? Estamos convencidos de que sí y por una razón muy sencilla, saltarse esta regla de NVIDIA podría hacer que reciban un suministro menor por parte del gigante verde, y esto podría afectar a sus ingresos.
Entre las firmas que se verán afectadas por esta decisión se encuentran gigantes como Asustek Computer, Micro-Star International (MSI) y GIGABYTE Technology.