Pese a que todavía predominan los mensajes de calma, las medidas de prevención para el contagio del coronavirus están suponiendo una gran enfermedad para los mercados y la producción, repitiendo un especial foco para el continente asiático.
Y es que según los últimos datos del índice gerente de compras (o PMI), éste habría descendido en hasta 14,3 puntos de cara a la manuacturación en China, bajando hasta los 35,7 puntos. Un dato que además de suponer un nuevo mínimo histórico, implica una contracción del mercado, situándose notablemente por debajo del baremo de los 50 puntos.
Y es que con un gran despunte positivo durante los últimos años, hacía ya más de una década que el gigante asiático no se enfrentaba a unos datos tan negativos como estos, siendo el anterior nivel más bajo los 38,8 puntos alcanzados en noviembre de 2008, coincidentes con el estallido de la crisis financiera global.
Así pues, uno de los principales agravantes de la actual situación ha sido también la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ya había dejado en cifras preocupantes al país.
Sin embargo, el rápido brote y extensión del coronavirus provocó que, desde el pasado 23 de enero, China bloquease una gran parte de los accesos a sus ciudades principales, suspendiendo por también todas las acciones laborales y de transporte.
Posibles secuelas de la escasez de producto
Pese a que todavía existen marcas que cuentan con fábricas en otras regiones de Europa y Latinoamérica, el gran grueso de la producción mundial del mercado TI se centra en estos países del continente asiático y Oriente Medio, lo cual está ya generando los primeros problemas de abastecimiento.
Además, el impacto de una posible escasez de oferta podría acabar derivando en el medio y largo plazo hasta un aumento en el precio de venta final.
Pero a todo esto hay que sumarle las turbulencias económicas y políticas que ya están comenzando a vislumbrarse en algunas geografías clave, que podrían impactar negativamente en la propia demanda de dispositivos.
Todo ello potenciado por el miedo del usuario final, que en algunos casos ya ha comenzado a «rechazar» o evitar la compra de algunos productos provenientes directamente de China.